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28 de abril de 2013

1º de Mayo.


El próximo miércoles, volvemos a celebrar el 1º de Mayo. 

Día que recuerda la lucha de unos sindicalistas americanos que fueron ejecutados por convocar una huelga en sus centros de trabajo para conseguir una jornada laboral de ocho horas.


Ahora, que los gobiernos conservadores están aprovechando la crisis mundial para recortar derechos, cuando los logros de una sanidad universal y gratuita se está diluyendo entre los dedos, cuando masifican a nuestros hijos en las aulas de los colegios públicos, cuando los derechos de las mujeres están siendo minados, cuando privatizan todos los servicios posibles para concedérselos a manos privadas amigas; ahora, por triste que parezca, sigue siendo tiempo de reivindicar los derechos adquiridos durante muchos años de negociaciones.

Ahora, que siguen existiendo gobernantes que diferencian a unos trabajadores de otros, que vuelven a la más rancia catalogación sexista, que fomentan las diferencias de salario por realizar un mismo trabajo, que crean centros que no reúnen los mínimos requisitos indispensables de salubridad, que vuelven a la clasificación de los trabajadores por colores y no por la eficiencia, que tienen personas sin las coberturas sociales obligatorias, que buscan chivatos en vez de exigir la legalidad, que persiguen a los trabajadores que alzan la voz, que desprecian a las personas por hablar con quienes no les gusta, que fomentan el ordeno y mando dilatando las negociaciones porque no saben dialogar, que demonizan a los sindicalistas que luchan por unas condiciones óptimas de sus compañeros, que tergiversan a la opinión pública para ocultar su falta de aptitud y de transparencia; ahora, más que nunca, hay que seguir luchando porque los políticos que nos gobiernan abandonen el cinismo como arma para dirigir nuestros destinos y la simpleza de buscar garbanzos negros cuando lo que han hecho es criar cuervos


Ahora, más que nunca, se necesitan políticos con un mínimo de humanidad y sensibilidad que no abandonen a los más débiles a su suerte, a los discapacitados, a los enfermos, a los mayores y a los que se encuentran en la más absoluta de las desesperaciones.

Ahora, se necesitan gobernantes que no echen la vista hacia otro lado, que miren a los ojos de sus vecinos en vez de hacerlo por encima del hombro, que escuchen los problemas diarios de la sociedad, que no pierdan el tiempo en buscar fantasmas absurdos, que no huyan de sus obligaciones y que no jueguen con las necesidades básicas de cualquier ser humano; ahora, que nos sentimos defraudados por quien se creé una élite de traje y corbata, tenemos que seguir reivindicando la libertad de poder expresar nuestra disconformidad.

Ahora, que de nada sirve comprar voluntades, que cada uno de nosotros tenemos en la red un altavoz para poder expresar nuestro parecer; tenemos que rebelarnos, siempre desde el respeto, y no dar por buenas todas aquellas bravuconadas que nos impongan. 

Ahora, es tiempo de escuchar, de acompañar, de empatizar, de estar al pie del cañón y de trabajar incansablemente por todos los ciudadanos sin distinción.